Querido Blog:
Ayer mientras estaba en la cocina haciendome algo para comer... mire hacia el suelo y vi a una babosa tomándose la leche del platito de los gatos.
Por Si te Interesa~
- ╬~Soizic de Blois~ ╬
- En donde..., Los angeles vuelan, Chile
- .. Para mi, los días son solo un sueño, donde no me percato en que momento ocurren, no se realmente a que hora comienzan, ni se cuanto tiempo demoran. Solo vivo en las noches, mi mente y mis pensamientos se activan, la luna es quien resguarda mi desvelo. La oscuridad es mi mejor aliado, que me permite cuan creacion de conciencia... Elegí vivir en las tinieblas que mi propio ser creo para poder estar a gusto en este mundo de disgustos...
miércoles, 24 de diciembre de 2008
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Carta N° 2
Querido blog:
Un día iba caminando desde el centro de quilpué hacia mi casa y de pronto levanté la vista y me percaté que había una vaca lamiendo un poste de luz... alegremente.
Un día iba caminando desde el centro de quilpué hacia mi casa y de pronto levanté la vista y me percaté que había una vaca lamiendo un poste de luz... alegremente.
domingo, 7 de diciembre de 2008
Oportunidad Generosa
Encerrada en una habitación ajena, la puerta con llave... impenetrable. Entre lágrimas y pensamientos desesperados; rabia, tristeza, muerte, deseos de sentir dolor a propósito, para vengarse de todo... consigo misma.
Ideas veloces, decididas, eran miles y todas ocupaban su mente a la vez, haciendola actuar de distintas maneras para cumplir con los engaños que dictaba su cabeza en esos momentos, para así despojarse de todo su dolor... para siempre.
Entre lágrimas, con los ojos hinchados, la vista borrosa y el rostro húmedo, escarbaba entre muebles y cajones, esperando encontrar su verdugo, quien le daría la satisfacción de sentir aquel último y placentero dolor, que ya jamás volvería a sentir.
Comenzaba a oscurecer y el brillo de la luna llena entraba, como una testigo del acontecer, reverberando en la fina hoja de metal que separaba lentamente aquella seda viva... tiñendola de color rubí marchito...
Gotas de sangre caían al piso al mover sus brazos buscando su siguiente verdugo, que le pondría fin totalmente a aquella agonía vivida por años... y que logró quitarle completamente el sentido a su existencia, desvalorando su ser como la peor cosa que pueda existir entre el cielo y el infierno... lugar donde sabía que iría... pero no le importaba llegar.
Al fin, encontró lo que buscaba, pequeñas esferas coloridas disfrazadas de oscura felicidad, las llevaba hasta su boca, las tragaba, imaginando un sabor exquisito, como si fueran sus caramelos favoritos, que tantas veces la hicieron sentir una alegría limitada... muy limitada... frustrantemente limitada.
La noche caía plenamente... sus ojos fijos en las manecillas del reloj, contaba los segundos para sentir lo que todo mortal teme, la desconocida muerte que solo se experimenta una vez... en el último soplo de la vida, su vista se desvió... ya no miraba el reloj, el techo era su paisaje oscuro, triste, algo que en esos momentos no querría ver como su mirada final a aquel mundo que tanto la hizo sufrir.
El tiempo empezó a detenerse lentamente, el aire cada vez era menos aire, el techo comenzó a retorcerse en si mismo, como una ilusión que marea hasta al mas fuerte... su pecho angustiado se relajó en un instante, su alma entró en una paz y quietud que jamás había experimentado y que por fin, por primera vez, sintió la alegría de la paz interna y se fue en el sueño sin percatarse en que destino iria a llegar.
El reloj se posaba nuevamente ante sus ojos, de colores vivos... marcaban las ocho de la noche. Miró hacia arriba... vió una luz blanca, intensa, que cegó sus ojos por un instante. Al recobrar la vista, pensó en que por fin había muerto, que porfin iba a ser feliz, que porfin estaba en el lugar que hace tanto tiempo quería estar... y una sombra gris interrumpió aquel destello albo... dándole la bienvenida al nuevo despertar. La vida se dio cuenta de su error, la vida le dio otra oportunidad...
Ideas veloces, decididas, eran miles y todas ocupaban su mente a la vez, haciendola actuar de distintas maneras para cumplir con los engaños que dictaba su cabeza en esos momentos, para así despojarse de todo su dolor... para siempre.
Entre lágrimas, con los ojos hinchados, la vista borrosa y el rostro húmedo, escarbaba entre muebles y cajones, esperando encontrar su verdugo, quien le daría la satisfacción de sentir aquel último y placentero dolor, que ya jamás volvería a sentir.
Comenzaba a oscurecer y el brillo de la luna llena entraba, como una testigo del acontecer, reverberando en la fina hoja de metal que separaba lentamente aquella seda viva... tiñendola de color rubí marchito...
Gotas de sangre caían al piso al mover sus brazos buscando su siguiente verdugo, que le pondría fin totalmente a aquella agonía vivida por años... y que logró quitarle completamente el sentido a su existencia, desvalorando su ser como la peor cosa que pueda existir entre el cielo y el infierno... lugar donde sabía que iría... pero no le importaba llegar.
Al fin, encontró lo que buscaba, pequeñas esferas coloridas disfrazadas de oscura felicidad, las llevaba hasta su boca, las tragaba, imaginando un sabor exquisito, como si fueran sus caramelos favoritos, que tantas veces la hicieron sentir una alegría limitada... muy limitada... frustrantemente limitada.
La noche caía plenamente... sus ojos fijos en las manecillas del reloj, contaba los segundos para sentir lo que todo mortal teme, la desconocida muerte que solo se experimenta una vez... en el último soplo de la vida, su vista se desvió... ya no miraba el reloj, el techo era su paisaje oscuro, triste, algo que en esos momentos no querría ver como su mirada final a aquel mundo que tanto la hizo sufrir.
El tiempo empezó a detenerse lentamente, el aire cada vez era menos aire, el techo comenzó a retorcerse en si mismo, como una ilusión que marea hasta al mas fuerte... su pecho angustiado se relajó en un instante, su alma entró en una paz y quietud que jamás había experimentado y que por fin, por primera vez, sintió la alegría de la paz interna y se fue en el sueño sin percatarse en que destino iria a llegar.
El reloj se posaba nuevamente ante sus ojos, de colores vivos... marcaban las ocho de la noche. Miró hacia arriba... vió una luz blanca, intensa, que cegó sus ojos por un instante. Al recobrar la vista, pensó en que por fin había muerto, que porfin iba a ser feliz, que porfin estaba en el lugar que hace tanto tiempo quería estar... y una sombra gris interrumpió aquel destello albo... dándole la bienvenida al nuevo despertar. La vida se dio cuenta de su error, la vida le dio otra oportunidad...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)